Los gazapos que no pasan inadvertidos para muchos cinéfilos
Edificios que aparecen en una época donde todavía no se habían construido o inventos que llegarían décadas después del momento en el que transcurre la acción.
Son los errores del cine y la televisión que, aunque difíciles de detectar, no pasan desapercibidos para los espectadores más audaces.
El lunes terminó la primera temporada de El Ministerio del Tiempo, una audaz serie española sobre viajes en el tiempo que se ha convertido en la revelación de la temporada y que ha supuesto una revolución en el regulero panorama de las series españolas.
En ‘Camino a la Perdición’, que transcurre en los años 30, aparece un azucarero que tiene un código de barras, que se inventó dos décadas más tarde
La crítica y sus seguidores han aclamado unánimemente a la serie pero claro, nadie es perfecto, y cuando se realizan ficciones históricas hay que controlar hasta el más mínimo detalle porque se puede incurrir en errores históricos que, aunque de un primer vistazo uno no repare en ellos, ahí están y siempre habrá un ojo avizor que se dé cuenta de la metedura de pata.
Y eso es precisamente lo que sucedió en el séptimo episodio cuando, en una trama ambientada en el Madrid de los años 60, se podía ver la Torre Picasso, que no se construyó hasta finales de los años 80, así como sus rascacielos de alrededor, ninguno de los cuales existía. Al principio del episodio lo puedes ver.
Otra serie histórica como Cuéntame tampoco se ha librado de incurrir en diversos anacronismos. Además de usar coches de los años 70 cuando estaban en los 60, en un episodio se mostró una cabina con un logo de Telefónica de los años 90. Un gazapo sólo para los más avispados.
Uno más llamativo es el de Isabel, donde en un episodio podía verse la catedral de Cádiz. El problema es que el capítulo está ambientado en 1493 y la catedral no fue terminada hasta 1838.
Son fallos que, teniendo en cuenta el ritmo de trabajo de la televisión, son entendibles y excusables. Pecata Minuta. Pero esto no solo pasa en la series españolas, también en las películas americanas, superproducciones con millones de dólares de presupuesto en las que les pasan desapercibidos algunos fallos históricos.
Así, en películas como Troya se podía ver un avión surcando el cielo, bombonas de gas y zapatillas de deporte en Gladiator o espartanos luchando casi desnudos en 300 cuando usaban armaduras.
Hay muchos más, pero hay que darle a Pause y Zoom para dar con ellos. Como el de Argo, una película ambientada en los años 70 en la que su protagonista lleva un Rolex cuyo modelo comenzó a fabricarse en 2008.
En Camino a la Perdición, film de género negro que transcurre en los años 30, Jude Law se toma un café y cuando le echa azúcar lo hace con un azucarero que tiene, en su base, un código de barras. El código de barras se inventó en los años 50, dos décadas más tarde.
Y es que de los gazapos no se libra nadie. Que si una botella de plástico en Downton Abbey, que si una alarma en un edificio en la serie Poldark (que transcurre en el siglo XVIII) o una edición del diccionario de Oxford, en un despacho de Mad Men, que no se publicaría hasta 1987, dos décadas después de la época en la que estaba ambientada la serie de AMC.